Por: Pedro Delgado, médico psiquiatra
La ansiedad es una reacción normal que se caracteriza por la sensación de temor o la inminencia de que algo desagradable va a ocurrir.
Se define como temor a lo desconocido, para distinguirla del miedo que es temor a algo conocido. Cierta sensación de ansiedad puede estar presente en la vida cotidiana por circunstancias familiares, laborales, académicas, políticas o sociales. Esta reacción normal, surge como respuesta a la incertidumbre o a la anticipación de problemas.
El anticipar complicaciones, conflictos o problemas -que tienen un riesgo real de ocurrir- causa ansiedad, y es una respuesta psicológica normal. Este tipo de ansiedad es transitoria, ocurre en un monto manejable y habitualmente no afecta el desenvolvimiento normal sino por períodos cortos.
Cuando la sensación de ansiedad es excesiva
Cuando la sensación de ansiedad es excesiva o desproporcionada a las circunstancias que toca vivir, esta se manifiesta permanentemente y sin control, y afecta el desenvolvimiento normal. Estas características son comunes para identificar que se está en presencia de un cuadro patológico denominado TRASTORNO DE ANSIEDAD GENERALIZADA (TAG).
Este trastorno se caracteriza porque el paciente está ansioso la mayor parte del tiempo, sufre de “ansiedad flotante”, es decir, ansiedad con variaciones durante el día, o de un día para otro, pero lo característico es que quien lo padece casi todo el tiempo está angustiado, intranquilo, irritable o con temor.
La ansiedad limita al paciente su desenvolvimiento como persona, hace que sufra de constantes preocupaciones, inquietudes e inseguridades desproporcionadas a la realidad, y de temores que anticipan problemas no reales.
Pequeños sucesos inesperados generan angustiosos sobresaltos, y cualquier decisión por intrascendente que sea se convierte en fuente de incertidumbre y sufrimiento. En este tipo de paciente, la ansiedad domina la vida. Con frecuencia presenta insomnio, y con el tiempo llega a deprimirse pues no le encuentra salida a las preocupaciones o a su cuadro clínico que puede durar meses o años ya que pocas veces toman conciencia de que es un problema psicológico y no un sufrimiento real.
Por otra parte, presentan síntomas y preocupaciones de tipo somático que le hacen pensar que sufren de una enfermedad orgánica así no sea cierto. Los malestares corporales le hacen presentir lo peor, sin justificación real. Pueden pensar que tienen una enfermedad incurable. Por esta razón acuden al médico general o a diferentes especialistas sin que se encuentren la patología que explique los síntomas.
Por otra parte, el paciente acude a familiares y allegados para contarle sus preocupaciones o su temor de estar enfermo. Su actitud ansiosa genera inicialmente sobreprotección, pero luego rechazo del medio social.
Cuando el paciente toma conciencia de que su padecimiento es emocional y busca ayuda en un psiquiatra, mejora sustancialmente. Los tratamientos disponibles en la actualidad logran beneficios rápidos y notorios. La medicación, el Neurofeedback y la psicoterapia cognitivo conductual son los tratamientos de elección y cuando son aplicados en forma combinada logran buenos resultados.